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lunes, 9 de julio de 2012

CRÓNICA UCRANIANA por Julián Cerón Madrigal


Vente pà Ucrania Pepe! -le dije a mi primo cuando un sorteo de la UEFA puso en mis manos cuatro entradas para la final dela Eurocopa, condicionadas a que España llegara a la final. Pero Pepe, como miles de españoles, si las circunstancias acompañaban, ya había decidido acompañar a  La Rojaen Kiev el 1 de Julio. Pasado mañana se esperan unos 12000 españoles en el estadio Olímpico de Kiev en busca de un sueño: ganar Eurocopa, Mundial y Eurocopa, lo que nadie ha conseguido hasta ahora en la historia.

Esta hazaña dejaría una huella que algunos últimamente se empeñan en manchar diciendo que el juego de España aburre, y el río cuando suena es que algo de agua lleva. Después de cuatro años de fútbol exquisito, es cierto que en esta Eurocopa España está algo más sobria. Comenzó el campeonato jugando contra Italia con Cesc de falso nueve. Pero este era un falso “falso nueve”, porque el verdadero es Messi o algo que se le parezca. A Cesc, que es muy bueno, le falta velocidad para llegar a balones en profundidad. Esta carencia se diluye si el equipo tiene el balón cerca del área contraria haciendo un corralito (metáfora de mal gusto en estos tiempos) al equipo contrario. Además la selección ha perdido un punto de velocidad moviendo el balón, casi imperceptible, pero suficiente para que no haga tanto daño en ataque. España toca y mantiene el balón en media cancha, demasiado lejos para lanzar a Cesc, Iniesta o Silva. De este modo, el juego entra en un letargo del que solo España decide cuando se sale. Para desesperación del equipo contrario, España decide que los partidos existan solo 20 o 30 minutos, o que prácticamente no existan para algunos equipos como Francia Tras la eliminación en cuartos de final la prensa francesa decía que su selección era el “equipo fantasma”. Esto puede resultar aburrido, pero para mi anular de tal modo a la selección del gallo tuvo su gracia.
Cuando el partido se abre, Pedro, Navas y Torres nos recuerdan a la España que conocemos y admiramos. Recuerdo orgulloso jugadas de la prorroga contra Portugal, como una salida a la presión de Portugal haciendo un rondo dentro de nuestra área. Tras esa jugada, en Portugal  a alguno se le escucho exclamar “Caralho”. Aunque nuestros chicos no anden muy frescos, es una generación que aun nos hace sentir orgulloso por ver como tratan el balón, y aburrida estará Alemania entera el domingo viendo la final por la tele.
El que camina por el alambre tarde o temprano una ostia se puede llevar. Estuvimos a punto de morir de “Rakitismo” contra Croacia cuando Rakitic remató de cabeza solo ante San Iker. Contra Portugal, después de la buena prorroga de España, miraba los penaltis con cierta relajación ya que por un lado España tuvo minutos de juego de campeón del mundo, y otra porque si Portugal nos eliminaba me ahorraría un buen dinero y un jaleo de vuelos para ir a una final a la que sabia que no podría resistirme. Aun así, tras el último penalti de Cesc (por cierto tenia la misma cara de angustia que hace cuatro años en Viena, donde dimos un golpe de timón a nuestra historia) salté de alegría como un niño y después de unos vuvuzelados de rigor desde mi balcón, empezaron a caer mensajes, llamadas y what’ups al móvil…aun te quedan esas dos entradas libres?- me preguntaban. Me reconfortó ver como otros perdían poco a poco la cabeza que yo ya tenia perdida. Pues nada, hasta las tres de la mañana buscando vuelos en un estado obsesivo compulsivo para cuadrar la expedición a Kiev. Y aquí estoy, en pleno vuelo a Londres donde me esperan mi hermano José y mis primos Ernesto y Pepe.
Es sábado por la mañana y termino este ratico de fútbol mientras desayuno en una cafetería junto al metro de Druzhby Narodiv. Ayer, en el aeropuerto de Londres-Luton hicimos una “embutidos party” con material de primera calidad traído por Pepe desde Lorca. En el vuelo Londres-Kiev se intuyen algunas caras ibéricas, pero a mi es al único que se me identifica porque llevo una camiseta de la selección. Cuando aterrizamos en Kiev, desde la cola un grupo comienza a cantar animando a España. Alguien suelta un Viva España a lo que un tercio del avión responde “Viva ¡”. Un “Viva la virgen del Rosario” retumba en la cabina del avión. Viva ¡. Aunque tengamos a San Iker, el domingo en el Olímpico de Kiev igual nos quedamos cortos de vírgenes de las que acordarnos, así que mejor si ya las vamos trabajando.
Llegamos a nuestro apartamento y el edificio no tiene luz, por lo que tenemos que entrar tirando de la luz de los iphones. En el barrio no se puede comprar nada sin moneda ucraniana y no encontramos bancos, por lo que tenemos que ir al centro de Kiev. Allí caen las primeras cervezas del fin de semana. En lo bares, como en el campo, la posesión es española.
El viaje es muy caro para dos días- me decían algunos. Yo para recuperar el gasto me tendré que comprar una hucha, no de cerdito, sino de Los Tres cerditos, pero desde cuando la felicidad se mide en tiempo y no en intensidad. La pasión puede ser irracional o absurda, pero sin pasión no hay paraíso.


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