Como quiera que
Juan inició su militancia en la antigua cuadrilla de auroros de La Fuente en el
año 1948 junto a su quinto José el librillano (véase el magnífico libro de
Norberto López Núñez que se ha publicado a finales de 2012), hermandad que
presidía mi abuelo el tío José de las telas y su compadre el tío Martínez,
abuelo a su vez del presidente de la AVFL, a saber, el Pío, lo consideramos una
autoridad en materia del aguilando fuentero.
En la última
convivencia de la AVFL, celebrada en el puente de la Constitución, tuve la
oportunidad de oír a Juan cantar unas coplas de aguilando y su estilo cantaor
hizo que resonara en algún recoveco de mi memoria el recuerdo de los cantes que
alguna vez debí escuchar en los años en que desaparecía la hermandad y
cuadrilla de La Fuente, y que difieren del estilo patiñero que se ha impuesto en
el pueblo merced a su generosa aportación para la recuperación de esta
tradición . Esto no es una crítica. Siempre estaremos agradecidos al patiñero y
a los patiñeros actuales. Siempre reconoceremos la gran valía de la actual cuadrilla
de La Fuente. Lo mío es una impresión muy subjetiva y probablemente muy
errónea. El caso es que me dije: tengo que grabar a Juan; es como el último de
los mohicanos o el último de Filipinas. Ese día en Los lobos, medio a oscuras,
sin previo ensayo, con este mismo portátil con el que ahora escribo, grabamos
este documento sonoro para que La Fuente pueda recordar cómo se cantaba el
aguilando.
